Las rabietas son una parte normal del desarrollo de los niños pequeños. A medida que los niños aprenden a expresar sus necesidades y deseos, también aprenden a lidiar con las frustraciones y las limitaciones. Sin embargo, las rabietas pueden ser desafiantes para los padres, especialmente cuando ocurren en lugares públicos o en momentos inoportunos.

¿Por qué se producen las rabietas?

Las rabietas se producen cuando los niños se sienten abrumados o frustrados por algo que no pueden controlar o entender. Los niños pequeños tienen un lenguaje limitado y aún no han desarrollado las habilidades necesarias para expresar sus emociones de manera efectiva. Por lo tanto, las rabietas son una forma de comunicar su frustración.

Además, los niños pequeños tienen una necesidad básica de autonomía y control, pero aún no tienen la capacidad de controlar muchas situaciones en sus vidas. Cuando se les impone una limitación o se les niega algo que desean, es común que experimenten una gran frustración y desencadenen una rabieta.

 

¿Cómo actuar ante una rabieta?

Aunque las rabietas son una parte normal del desarrollo, es importante que los padres aprendan a manejarlas de manera efectiva. Aquí hay algunas sugerencias para actuar ante una rabieta:

 

Conclusión

Las rabietas son una parte normal del desarrollo de los niños y son una forma en la que los niños expresan sus emociones y necesidades. Los padres pueden manejar las rabietas de sus hijos proporcionándoles un ambiente seguro y estable, estableciendo límites claros y consistentes, y aprendiendo a responder de manera calmada y efectiva. Es importante recordar que el objetivo final es ayudar a los niños a aprender a controlar sus emociones y a desarrollar habilidades de resolución de problemas para que puedan enfrentar los desafíos del futuro.

Las habilidades de comunicación son fundamentales para el desarrollo de los niños. A través de la comunicación, los niños aprenden a interactuar con los demás, a expresar sus necesidades y deseos, y a entender los sentimientos y perspectivas de los otros. 

 

¿Por qué son importantes las habilidades de comunicación en los niños?

A medida que los niños crecen y avanzan en su educación, las habilidades de comunicación se vuelven aún más importantes. Una comunicación efectiva es esencial para el éxito académico, ya que permite a los niños participar en discusiones y presentaciones, comprender y seguir instrucciones, y expresar sus ideas y opiniones de manera clara y coherente. Además, las habilidades de comunicación son esenciales para la vida social y personal, ya que permiten a los niños tener relaciones saludables y exitosas con los demás.

 

Cómo fomentar el aprendizaje y el desarrollo de las habilidades de comunicación en los niños

Entonces, ¿Cómo podemos fomentar el aprendizaje y el desarrollo de las habilidades de comunicación en nuestros hijos? Aquí hay algunas sugerencias:

  1. Hablar con ellos todos los días: Hablar con nuestros hijos regularmente es una excelente manera de fomentar su aprendizaje y desarrollo de las habilidades de comunicación. Esto les ayudará a aprender nuevas palabras y a desarrollar su vocabulario. 

  2. Leer con ellos: Leer con nuestros hijos es una excelente manera de fomentar el aprendizaje y la comunicación. Seleccione libros apropiados para su edad y hable sobre lo que están leyendo.  Pregúnteles sobre sus pensamientos y opiniones sobre el libro y fomente el diálogo y la reflexión.

  3. Practicar el diálogo: Fomente el diálogo en casa y deje que sus hijos expresen sus opiniones y pensamientos. Deje que se expresen libremente y trate de no interrumpir o corregir constantemente mientras hablan. Esto les ayudará a desarrollar confianza en sí mismos y a sentirse cómodos compartiendo sus ideas y opiniones.

  4. Incentivar la comunicación en el juego: Los juegos son una excelente manera de fomentar el aprendizaje y la comunicación en los niños. Elija juegos que requieran hablar y escuchar atentamente, como los juegos de mesa o los juegos de rol. 

  5. Fomentar la lectura y la escritura: La lectura y la escritura son habilidades de comunicación esenciales. Fomente la lectura al proporcionar a sus hijos libros apropiados para su edad y al leer con ellos regularmente. También puede fomentar la escritura al animar a sus hijos a escribir historias, cartas o mensajes.

  6. Promover la participación: Fomente la participación de sus hijos en actividades sociales y extracurriculares. Además, anime a sus hijos a participar en conversaciones familiares y a expresar sus opiniones y pensamientos.

     

    En resumen...

    Hay muchas maneras de fomentar el aprendizaje y el desarrollo de las habilidades de comunicación en los niños. Hablar con ellos regularmente, leer con ellos, practicar el diálogo y el juego, fomentar la lectura y la escritura y alentar la participación y la participación son algunas de las opciones más efectivas. 

    Además, es importante recordar que el aprendizaje y el desarrollo de las habilidades de comunicación son procesos continuos y que requieren tiempo y práctica. Sea paciente y aliente a sus hijos a seguir intentándolo y mejorando. Y sobre todo, recuerde que como padres, tenemos un papel fundamental en el aprendizaje y el desarrollo de nuestros hijos. ¡Así que no dude en poner en práctica estas sugerencias y ver cómo florecen las habilidades de comunicación de sus hijos!

De sobra son conocidos los numerosos beneficios que aporta el hábito de la lectura en todas las edades. La lectura favorece un mejor desarrollo psicológico, afectivo y cognitivo en los niños, dándoles la oportunidad de experimentar sensaciones con las que disfrutan, aprenden y maduran. Sin embargo, hay niños que no se sienten motivados por la lectura y, por tanto, les cuesta coger un libro y disfrutar de él.

¿Qué puedo hacer para que mi hijo/a se interese por la lectura?

Es muy importante que no forcemos al niño a hacer algo que, por ahora, no le motiva. En este sentido, hay una serie de consejos que podemos seguir para lograr que nuestro hijo vaya, poco a poco, interesándose por la lectura:

Los expertos dicen...

«Leer en voz alta en grupo transforma un ejercicio intelectual en una experiencia social. Cuando nos leemos (sin las presiones del estudio, la memorización, etc) activamos tres funciones básicas: nos comunicamos, nos entretenemos y aprendemos«. Jorge Casesmeiro, asesor del Colegio de Pedagogos de Madrid. «Para aprender a leer necesitas libros, pero también precisas que alguien te muestre cómo conectarlos con tu vida. Una cosa es la disponibilidad material: tú tienes que tener libros para poder aprender a leerlos. Otro aspecto es el acceso y esto tiene que ver con que alguien te muestre cómo se utilizan… Implica también darte cuenta del beneficio que tienen para ti y cuando esto ocurre es cuando tú empiezas a generar motivación para aprender a hacerlo y lo personalizas». Daniel Cassany, profesor de Análisis del Discurso en Lengua Catalana de la Universidad Pompeu Fabra.   Ya sean divertidas, tristes, sorprendentes, emocionantes o varias cosas a la vez, las buenas historias son las que enganchan y ya no podemos dejar. Y esto ocurre en todas las facetas de la literatura. Sólo es cuestión de acercar a los niños a aquellos libros que los «atrapen».

«Que bien educado está tu hijo», «Es un encanto de niño”… frases como estas llenan de satisfacción a cualquier padre. No obstante, que un niño pida siempre las cosas “por favor” o que dé las “gracias” cuando recibe algo no es fruto de la casualidad. Detrás de este logro se esconde un importante trabajo educador por parte de los padres, cuyas principales herramientas son la paciencia y el buen ejemplo. Que a nuestro hijo le inculquemos desde pequeño buenos modales y normas de comportamiento, le permitirá adquirir actitudes y valores imprescindibles para vivir en sociedad. Dicho de otro modo, un niño bien educado será un adulto respetuoso, tolerante y preparado para convivir con los demás. A priori, los buenos modales pueden parecer algo tan básico como un conjunto de pautas de conducta del tipo de: “cuando pidas algo, siempre di por favor”, “cuando recibas algo, siempre di gracias”, “nunca interrumpas a los mayores cuando estén conversando”, sin embargo, estas normas van muy ligadas a la educación en valores. Actitudes como el reconocimiento, el respeto, la tolerancia o la amabilidad son el reflejo de una buena educación. Según el sociólogo Salvador Cardús “no se trata de enseñar normas estrictas, los modelos de comportamiento se aprenden como estilos de vida”.  

 

Ser ejemplarizante y reconocer las buenas actitudes

Los niños son un reflejo de lo que ven y escuchan en casa en cuanto a modales y comportamiento. Por ello tenemos que tener cuidado con la forma en la que nos comportamos, con nuestro lenguaje, con nuestros gestos, ya que muchas veces, aunque no nos demos cuenta, los niños están “grabando” todo lo que ocurre a su alrededor. Los modales deben estar presentes tanto en el hogar como fuera de él. De nada sirve mostrar a los hijos un comportamiento correcto en ambientes externos si en casa no se repiten. No sólo hay que reprender al niño ante un mal comportamiento, sino que las buenas actitudes hay que reconocerlas y felicitar al niño por ellas. De esta forma el niño entenderá la eficacia social de estos buenos comportamientos.  

 

Pautas básicas de comportamiento

“Por favor” y “gracias”. Si queremos que el niño utilice estas fórmulas de cortesía, deberemos ser los primeros en utilizarlas cuando nos dirijamos a él. De esta forma las entenderá como una fórmula mágica para obtener sus necesidades y para agradecerlo. Saludar. En edades tempranas es suficiente con un simple “hola”. Más adelante el niño deberá incorporar a su vocabulario términos como “buenos días”, “buenas tardes”. Interrupciones. El niño debe entender que cualquier momento no es bueno para hablar y que, si se trata de algo importante, deben pedir permiso para hacerlo. Comportamiento en la mesa. Para que los buenos modales se reflejen en la mesa, es fundamental enseñar al niño pautas como: lavarse las manos antes de sentarse en la mesa, ayudar a poner y quitar la mesa, no empezar hasta que todos los platos se hayan servido, no levantarse durante la comida, mantener la boca cerrada mientras come,…  

 

Aspectos a tener en cuenta

El aprendizaje de los buenos modales se adquiere desde pequeño y, siempre a través de la educación y no de la imposición. Las exigencias de buen comportamiento deberán aumentarse a medida que el niño va creciendo. A medida que el niño se hace mayor, se convierte en un ser social y entiende poco a poco el sentido de las expresiones de cortesía y los buenos modales. Hay que explicar el porqué de las cosas. No debemos chantajear al niño para que se porte bien. Debe aprender a hacerlo sin recibir nada a cambio y saber que la verdadera cortesía reside siempre en mostrar respeto hacia los demás. Con el tiempo el niño tiene que entender que “su libertad termina donde empieza la de los demás”. En palabras del novelista inglés Charles Kingsley: “Hay dos clases de libertad: la falsa, en la que uno puede hacer lo que le plazca, y la verdadera, en la que uno puede hacer lo que debe hacer”. Somos libres de gritar siempre que esto no le quite a otro la libertad de disfrutar del silencio.

Según el psicólogo estadounidense Daniel Goleman, la inteligencia emocional es “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones”.

Emoción, pensamiento y acción son tres elementos que están interrelacionados. Es decir, nuestras acciones son fruto no sólo de lo que pensamos sino también de lo que sentimos, de nuestras emociones.

gestión emociones

¿Por qué es tan importante aprender a gestionar las emociones?

La respuesta a esta pregunta es bastante sencilla: porque son las emociones las que nos dirigen. Son el motor de nuestra conducta, sea buena o mala. Influyen en nuestras decisiones y nos permiten conocernos y entender a los demás.

En función de cómo se manifiesten nuestras emociones, podemos convertirnos en personas integradas o excluidas socialmente. Es más, investigaciones en este campo, han puesto de manifiesto que el éxito en la vida depende de cómo manejemos nuestras emociones y de la capacidad para resolver las dificultades relacionadas con nuestras propias emociones y las de los demás.

 

¿Qué papel juega la inteligencia emocional en la infancia?

La infancia es una etapa fundamental en el aprendizaje del manejo y control de las emociones ya que es el momento en que mejor se adquieren los aprendizajes. El conocimiento, comprensión y control de las emociones en los niños es fundamental para que se desenvuelvan de manera adecuada en sociedad.

El psicólogo Mark Greenberg ha demostrado a lo largo de una investigación desarrollada con niños durante más de 30 años que cuando se les enseña habilidades para calmarse, se les explica cómo identificar sus sentimientos y cómo hablar adecuadamente sobre ellos, mejoran de un modo natural sus habilidades para relacionarse con los demás y también, sus habilidades académicas.

La ciencia está corroborando ahora que la gestión de las emociones básicas y universales debería preceder a la enseñanza de valores y por supuesto de contenidos académicos ya que los niños se juegan con ello su vida de adultos. Un niño que conoce y sabe gestionar sus emociones no sólo tendrá mejores resultados académicos sino que estará más preparado para el mundo laboral.

 

¿Cómo podemos fomentar la inteligencia emocional en los niños?

Hay una serie de principios que rigen una educación emocionalmente inteligente:

Reconocer las emociones básicas.  A partir de los dos años, cuando el niño empieza a  interactuar de manera más activa con su entorno, es una edad ideal para que el niño aprenda a identificar las emociones. ¿Cómo? Mediante cuentos, dibujos… les haremos preguntas del tipo: «¿Qué le pasa a este niño?», «¿Por qué crees que se siente así?»; jugando le enseñaremos a relacionar gestos con emociones.

Saber nombrar las emociones. A partir de los 5 años, el niño ya debería ser capaz no sólo de identificar sus emociones sino de llamarlas por su nombre. Por ejemplo: “estoy contento porque vamos al parque”, “tengo miedo si apagas la luz de mi habitación”.

Desarrollar su empatía. Hay que hacer que el niño aprenda a empatizar con quienes están a su alrededor, que sea consciente de que cada persona siente, piensa y necesita igual que él o ella. Con cada una de sus acciones hacia otras personas deberá reflexionar como se sentirá la otra persona al respecto.

Desarrollar su autoestima. Deberemos recordarle siempre sus puntos fuertes. La autoestima es la base de la inteligencia emocional.

Desarrollar su comunicación. Motivarlo para que exprese lo que siente con palabras. Hablar con él, hacerle preguntas, poner ejemplos, razonar.

Controlar su ira. Según el neuropsicólogo Richard Davidson, “las emociones negativas interfieren en el aprendizaje de los niños”, por ello es fundamental que el niño aprenda a canalizar este tipo de emociones.

Dar ejemplo con el buen manejo de nuestras emociones.

Fomentar un diálogo democrático. Es importante que los niños aprendan a encontrar una solución democrática cuando se produce una situación de conflicto. Esto les será de gran ayuda cuando lleguen a la adolescencia y surjan en sus vidas emociones de tipo secundario como la vergüenza, el amor, la ansiedad, la frustración…

Los niños emocionalmente inteligentes serán en el plano social más cooperativos y tendrán una mayor habilidad para relacionarse. En el plano cognitivo, serán más eficaces, más enérgicos, con menores interferencias afectivas y más capaces de alcanzar metas.

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